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Los líderes de iglesias y organizaciones ecuménicas han expresado su respeto y aprecio por la beatificación del Arzobispo Óscar Romero el domingo, 24 de mayo. En la Iglesia Católica Romana, la beatificación es un paso significativo en el proceso que lleva a la canonización. Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa en San Salvador el 24 de marzo de 1980. Hacía tres años que era arzobispo de la capital de El Salvador.

El Cardenal Angelo Amato, prefecto católico romano de la Congregación para las Causas de los Santos, ha sido ampliamente citado por haber dicho que “Romero, desde el cielo, quiere que todos los salvadoreños sigan el camino de la paz y la justicia”.

La beatificación de Romero animó al Pastor Ángel Peiró, de la Iglesia de los Discípulos de Cristo en Argentina, a compartir sus recuerdos de la participación ecuménica en el funeral de Romero en la catedral de San Salvador.

Peiró asistió a la ceremonia el 30 de marzo de 1980 junto al Rev. Charles Harper, miembro del personal del CMI, y el Padre Gustavo Gutiérrez, destacado teólogo de la liberación latinoamericano. Peiró era el encargado de la lectura del Evangelio en la ceremonia.

“El espíritu de la ceremonia fue ecuménico, como ecuménico era el clima de trabajo entre quienes hacíamos tareas de promoción social y comunitaria en Centroamérica en esos años”, recordó Peiró.

“Justo en el momento en que yo estaba leyendo el Evangelio, francotiradores apostados en los edificios alrededor de la plaza abrieron fuego contra el público. Tiraban hacia la gente que empezó a correr desesperada para guarecerse. Más tarde supimos que murieron 35 personas ese día. Y hubo muchísimos heridos”, añadió.

En una carta enviada a S. E. el Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, expresó la alegría que sienten los cristianos de muchas tradiciones a raíz de la beatificación de Monseñor Óscar Romero.

“Romero ha sido un mártir de la justicia y la paz”, escribió Tveit. “En medio de la violencia en El Salvador, fue una imagen de Cristo, el Buen Pastor, como recordó Su Santidad el Papa Francisco en su carta con motivo de la beatificación”.

El Secretario General del CMI también destacó que Romero, “a través de su ministerio, cuidó y amó especialmente a los más pobres y a las víctimas de la violencia en su país”. Tveit sugirió que el servicio sin miedo de Romero hasta el punto de morir es “un ejemplo y una fuente de inspiración no solo para El Salvador y la Iglesia de este país, sino para todos los cristianos en el mundo entero”.

En su carta al responsable vaticano, el Secretario General del CMI declaró que espera que “la beatificación contribuya a sanar las heridas del pasado también a nivel ecuménico. El testimonio de Romero alienta en gran medida la labor del movimiento ecuménico en aras de la justicia, la paz y la reconciliación”.

Considerado profeta y mártir en América Latina, Romero dejó un importante legado de compromiso social ecuménico en la región. Su beatificación también fue celebrada por el expresidente del CMI, Obispo Federico Pagura de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina.

En una carta enviada el 24 de mayo al actual obispo católico romano de El Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, Pagura dio gracias por “la visión y fortaleza del Papa Francisco [y sus] gestos visibles y significativos que renuevan nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor en la nueva generación que se levanta y crece en estos tiempos decisivos y desafiantes”.

“Oramos firmemente para que en este nuevo despertar americano y caribeño, él haga realidad la palabra que como testamento el Obispo Romero sembró y seguirá sembrando en este nuevo Pentecostés ecuménico que sopla entre nosotros”, concluyó Pagura.

Carta al Cardenal Koch con motivo de la beatificación de Monseñor Romero (en inglés)

Testimonio del Rev. Ángel Vicente Peiró