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© Everdith Landrau/CMI

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La iglesia debe ser un lugar seguro donde se acoja a los pecadores para que aprendan y cambien, donde quienes tienen heridas puedan compartir su dolor y encontrar refugio, dice María Dous, una estudiante de medicina de Egipto. En julio, María participó en un seminario organizado por la Red Ecuménica Panafricana para el Empoderamiento de las Mujeres (PAWEEN), un proyecto del Departamento de Educación Teológica Ecuménica del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), en el Instituto Ecuménico de Bossey del CMI. La siguiente entrevista forma parte de una serie que presenta la visión de algunas de las participantes.

María Dous es miembro laico de la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto. Lleva a cabo diferentes actividades como voluntaria en su iglesia local, por ejemplo, como tutora de la escuela dominical y ayudando a organizar los programas de verano de desarrollo espiritual y social para cientos de jóvenes y niños. Sus experiencias de voluntariado incluyen también dos años con la filial estudiantil Nile of Peace de People to People International, donde trabajó visitando orfanatos y en eventos de recaudación de fondos.

P: ¿Ha experimentado la solidaridad de otras mujeres afrodescendientes a lo largo de su vida? ¿De qué manera la han empoderado esas experiencias para contribuir al movimiento ecuménico y al desarrollo sostenible?

Bueno, en Egipto no se suele tener la oportunidad de conocer a afrodescendientes de otras partes del continente, como sí me ocurrió durante el seminario. Así que todas las mujeres que he encontrado en mi camino de empoderamiento son egipcias, y, la verdad, es que son muchas.

Recuerdo, por ejemplo, a la señorita Haidee Kamil, mi profesora de música, un icono de la educación musical en Egipto y en Oriente Medio; a la Dra. Basma Gregory, mi profesora de inglés para el examen IGCSE, y, por supuesto, a mi madre.

Esas tres mujeres han tenido un papel en mi empoderamiento a través de mi educación, y en todos los momentos de dificultades que he tenido que afrontar. Siempre creyeron en mí, incluso cuando ni yo podía creer en mí misma.

P: ¿Qué lección se lleva del seminario de PAWEEN?

PAWEEN ha sido el primer evento panafricano al que he asistido en toda mi vida y ha supuesto una experiencia muy novedosa para mí.

En primer lugar, conocer a grandes mujeres afrodescendientes tan diversas ha sido toda una inspiración, ya que pude escuchar la historia de cada una de ellas y hacerme una idea de la lucha que ha tenido que librar cada una en su camino personal.

Otra experiencia reveladora fue compartir las oraciones con todos los demás, cada uno orando a su manera, y sentir que Dios puede llegar a todos nosotros del mismo modo, cada uno en su propio idioma y a su manera. Ese fue un mensaje muy poderoso para mí, aunque sea una cuestión de sentido común; nunca lo había entendido plenamente hasta que compartí oraciones con personas que tienen formas de orar diferentes a la mía.

Si tengo que resumir lo que he aprendido, diría que me queda aún mucho más que saber sobre lo que viven nuestras compañeras africanas de todo el mundo en su día a día, y que tengo que seguir trabajando para poder ayudarlas algún día.

P: ¿Cuáles son sus planes para empoderar a otras mujeres panafricanas en el futuro? ¿Qué seguimiento le va a dar a este seminario?

Tal y como se esbozó en el seminario, mi labor consistirá en acercarme a los líderes eclesiales y, posiblemente, a los representantes gubernamentales, para pedirles que hagan los cambios necesarios en las políticas, las leyes y los planes de desarrollo.

Personalmente, creo que me he hecho más consciente y que me siento más responsable personalmente del bienestar de mis compañeras egipcias y africanas. Así que siempre que vea la ocasión de empoderar a una niña herida, o de crear conciencia entre algunas mujeres analfabetas, o de oponerme a un comportamiento o una práctica injustos, sin ninguna duda, la aprovecharé al máximo.

P: ¿Existen áreas en que todavía es especialmente necesaria la solidaridad con las mujeres afrodescendientes?

En lo que respecta a mi país, me parece que nos hace falta conocer mejor a otras mujeres afrodescendientes. La mayoría de nosotras desconocemos sus luchas, sus heridas, y tampoco sabemos nada de sus logros, y viceversa.

Diría que sí, que necesitamos esta solidaridad mutua en todos los ámbitos.

P: ¿Cuál es concretamente el papel de las iglesias y de la fe cristiana en el empoderamiento de las mujeres panafricanas?

Mi conclusión tras todos los testimonios y debates del seminario es que la función más importante de la iglesia es transmitir a Jesús de forma adecuada, de transmitir el cristianismo y la fe cristiana tal y como son, para evitar convertirlos en un obstáculo entre la gente y su Padre celestial, y no alejar a las personas de su Dios, que les ama.

La iglesia debe ser un lugar seguro donde se acoja a los pecadores para que aprendan y cambien, donde quienes tienen heridas puedan compartir su dolor y encontrar refugio. Y allí donde haya injusticia, falsas creencias o acciones equivocadas debe intervenir activamente la iglesia para detenerlas. En todo momento la iglesia debería estar rezando por todos los heridos y todos los que han pecado.

Más información sobre la Red Ecuménica Panafricana para el Empoderamiento de las Mujeres

Mensaje de los participantes en el seminario

Puede acceder a las grabaciones de varias mesas redondas del seminario PAWEEN a través del canal del CMI en YouTube